Para muchos, reina de belleza es sinónimo de superficialidad, pero la realidad es otra. Todos los seres humanos somos diferentes con defectos y virtudes; las reinas de belleza no escapan a esta premisa. Cada una presenta sus propias motivaciones pero con un denominador común, se trata del esfuerzo que se realiza detrás de la corona. Les cuento mi experiencia…
La decisión de entrar a Miss Panamá no fue cosa fácil, ya que tenía patrones que conspiraban en que no participara, como por ejemplo: siempre fui muy aplicada en mis estudios, participaba de misa todos los domingos; y aunque durante mi infancia soñé con un día ser Miss Panamá, parecía que el sueño se alejaba cada vez más. Para comenzar mis papás de salida me dijeron NO, argumentando que era muy joven, sin embargo terminaron apoyándome y disfrutaron de esta aventura que cambió mi vida.
Aceptar Miss Panamá significó posponer mis estudios universitarios, y aunque traté de continuar durante esta temporada con mi carrera de Licenciatura en Mercadotecnia, fue imposible. A pesar de ello puedo decir que Miss Panamá se convirtió en una de las materias más importantes de la universidad de mi vida; estoy completamente segura de que lo que aprendí y crecí durante ese año, no lo hubiese aprendido en la universidad. Pensé en ese momento, ¡Sheldry: no hay tiempo para posponer los sueños! y definitivamente ese era uno de mis más anhelados sueños; un sueño que se hizo realidad.
"Ten el coraje de dejarte guiar por tu corazón y por tu intuición. De alguna manera, ellos ya saben lo que realmente deseas llegar a ser" dice Steve Jobs. Una vez leí que la intuición es un mensaje del Universo y que no debemos cuestionar ese mensaje, yo no lo cuestioné.
El concurso nacional les confieso que fue un poco tormentoso. Uno de mis mayores retos fue lograr las medidas de Miss, no fue fácil bajar de peso puesto que soy buen diente. Recuerdo la dieta rigurosa, que cumplía al pie de la letra y los fuertes entrenamientos, y aún con lo estricta de la rutina mi figura seguía siendo muy criticada. Por un momento me dejé vencer por el llanto y el pesimismo; pero con ayuda de mi familia me levanté y tomé esas críticas como gasolina que me motivaba a vencer cualquier obstáculo. Afortunadamente, producto del esfuerzo realizado, mi cuerpo estuvo entre los seis mejores cuerpos latinos de Miss Universo 2011.
En el concurso cultivé excelentes amistades; pero recuerdo como ayer, que destaqué como favorita en algunos medios, uff esto no me ayudó a la tarea de ganar como Miss Amistad. Sentí, que no era del agrado de algunas concursantes y eso provocó algunas situaciones incómodas. Pocos saben estas intimidades, pero incluso la Organización quiso arrebatarme el título de Miss Panamá por un malentendido; sin embargo hay una ley que no se equivoca; quien hace las cosas bien y es una persona de bien, le va bien. Eso es básico, y la corona fue mía.
En muchas entrevistas se me preguntó qué me hacía diferente a las demás y pensando en retrospectiva creo que fue mi entrega, fue ese permanente reto de hacer las cosas bien y por mi país. Imagínense, que si la Organización Miss Panamá me asignaba un entrenador, se hacía el esfuerzo para conseguir uno adicional. Si me asignaba una profesora de pasarela, pues me esforzaba por contratar a una más que me entrenara en mis tiempos libres cuando no tenía compromisos con la organización. ¡El enfoque en la meta fue total!
Entre lo positivo de participar en el concurso, sin duda alguna, fue la unión que logramos como familia, cada uno aportó de una forma tan significativa, que me lleno de emoción cada vez que lo recuerdo. Bien amigos lo logré, entonces el reto fue mayor: Miss Universo 2011.
Cuando llegué a Brasil y vi a tantas mujeres hermosas acepto que por un momento pasó por mi cabeza que no llevaba chance; hasta que hablé con mis motivadores en ese momento y me dijeron: Confía en ti, confía en Dios. Disfruté cada minuto de esa competencia y la Virgen de Guadalupe me acompañó en todo el trayecto. Siempre tuve puesta una medalla con su imagen, de esa manera me sentía segura y acompañada.
En la fase de la entrevista con el jurado algo me decía que me había ido bien; pero luego en la noche final cuando iban por la concursante número diez y no me llamaban, sentí un susto terrible. Tenía el compromiso con el equipo de trabajo que confió y trabajó a mi lado en las buenas y en las no tan buenas. Y no les puedo contar la emoción indescriptible de sentir la responsabilidad de dejar a mi país bien en alto, con la esperanza puesta en mí.
Finalista número 12: Panamá. El tiempo se detuvo y los latidos de mi corazón se aceleraron. Pasé a la ronda de trajes de baño y luego a la de trajes de noche. Hasta ahí llegué. Al buscarle una explicación de por qué no gané Miss Universo, lo pienso de forma sencilla y práctica, ¡porque no era para mí!. Orgullosamente, gané el mejor traje típico y estuve entre las diez finalistas, motivos suficientes para regresar a Panamá con un agradecimiento inmenso a Dios sobre todo por esta gran satisfacción.
A partir de esta experiencia pude sentir el cariño de muchos panameños y panameñas, que ganaron mi corazón. Empecé a recibir fotos de bebés que llevaban mi nombre, muchos regalos y palabras hermosas que quedaron plasmadas en el alma.
Representar a un país es una misión, una responsabilidad; ese sentido de responsabilidad me llevó a dictar charlas sobre el VIH y a realizar obras benéficas. La satisfacción que te provoca dar sin esperar a cambio es indescriptible y una reina de belleza debe anteponer su bondad y su sonrisa sobre todas las cosas. Aunque por dentro su alma llore.
Miss Panamá me abrió las puertas de lo que hoy día soy, especialmente en lo que a desarrollo personal se refiere; ya que esta experiencia me convirtió en un ser humano fuerte y decidido, me enseñó a dar el todo por el todo para hacer realidad mis sueños. Es decir, detrás de los tacones, las pestañas y extensiones hay una mujer que se cae y se raspa las piernas y que se enfrenta al reto de levantarse; que llora en los momentos de debilidad, se enoja en los momentos de presión y enfrenta el miedo.
Aprendí, que el miedo hay que mirarlo de frente, hay que sonreírle. Por eso me atrevo a revelar a las chicas que sueñan un día con ser reina de belleza, algunos de mis secretos:
- Aleja de tu lado todo lo negativo, TODO... Comentarios, personas... TODO y concéntrate.
- Conforma tu equipo de trabajo con personas positivas y de mucha confianza que crea en ti y que luche en las buenas y en las malas contigo.
- Es esencial que tengas un buen entrenador, una buena profesora de pasarela, un coach de expresión oral y corporal y sobre todo, a un motivador que será la única persona que debes escuchar en los momentos de crisis.
- Lee y estudia.
- El único momento que tienes para descansar mientras te preparas son las ocho horas de sueño, el resto oriéntalo a tu meta: la corona.
- Rompe el molde, haz siempre la diferencia; que esa sea tu estrategia. Sal y haz algo notable.
- Comprende que ser reina de belleza no es sólo tener un buen cuerpo y bonito rostro, de esos hay muchos. Ser reina de belleza es ser integral. No olvides NUNCA tus principios y valores, y practica la bondad.
Besos,
Escribe la vida que deseas y organízate para lograrla. Recuerda que tu marca personal es la marca más importante de todas.
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