Como ya les había comentado en un blog post de la semana pasada, el tema de mi visita a New York merece un artículo completo.
Habíamos quedado en la parte cuando me mudé por casi un año a la gran manzana, gracias a un contrato con Wilhelmina Models, New York.
Retomando el tema, todo se origina en un concurso de modelos que gané cuando apenas tenía 17 años. Una vez graduada en el colegio, me mudé por unos meses a Forest Hills, cerca de Manhattan. La verdad, no me costó la decisión porque siempre fui muy independiente; además, me llenaba de emoción conocer ese mundo inexplorado. Lo que si les puedo compartir es que aún, no tengo la más remota idea de cómo mis papás me dieron permiso. Ellos siempre fueron bastante sobreprotectores, ojo!!!! tengo un hermano con capacidades especiales, así que eso de cuidarnos tanto tiene su razón de ser. En fin, el punto es que recuerdo aquel febrero que llegué a Nueva York, hacía un frío terrible. La nieve me daba a las rodillas y les puedo asegurar, que no me gusta el frío, crecí con el calor fulminante de Chitré así que el calorcito es lo mío.
Me hospedé en un apartamento pequeñito. Era como una cajita, lo que sucede es que allá todo es muy costoso, así que buscamos un lugar accesible y cómodo para vivir. Inicialmente tenía dos compañeras de cuarto, una se fue durante mi estadía, así que quedamos dos: Shey Ling y yo. Shey Ling es una modelo panameña, mayor que yo; pero que sin duda alguna, fue la mejor compañera y guía que pude tener. No compartimos tanto porque ella ya tenía sus compromisos y su círculo de amistades; sin embargo, me enseñó a tomar el metro, y así fue como con ella aprendí a movilizarme en la meca de la moda. A pie o utilizando el metro, fue como conocí las principales avenidas y algunos sitios de interés apoyándome en mi intuición y en la malicia que mis papás me infundaron desde mi infancia. Los taxis, son costosos; además, el tranque en Nueva York es de locos y como la ciudad es tan hermosa, lo mejor es caminar para apreciar los rascacielos, las mujeres a la moda, el caminar apresurado de esa multitud la cual trabaja 24/7… señoras y señores, ese comentario donde se señala a Nueva York como la ciudad que nunca duerme, es totalmente cierto.
(Junto a Shey Ling en un photoshoot en Nueva York)
Una vez instalada, empezaron los castings. Tendrían que verlo para creerlo, llegué a participar en castings con más de 500 modelos en fila, altísimas y muy delgadas, con rasgos exóticos. Si les soy muy sincera, mujeres que en un mercado latino, quizás no conseguirían los contratos de miles de dólares que allá sí. Es otro mercado, con otros gustos y preferencias. Y ahí estaba yo, en esa fila de 500 mujeres, una herrerana de 18 años que vivió toda su infancia y adolescencia en el interior de Panamá, ahí estaba formando fila donde sólo una de esas tantas opciones, obtuviera el contrato. Todas, con el sueño de convertirse en una top model, sueño con el cual yo también había llegado a Manhattan.
Los castings son muy duros. Te tratan como las directoras de las escuelas, no te sonrién y te dicen las cosas en tu cara. Si tienes libras de más, te lo dicen; si eres muy baja de estatura para lo que están buscando, también te lo dicen; y si no les gusta tu caminar en la pasarela, igual te lo dicen. O sales de ahí hecha un mar de lágrimas o sales con pisada firme, más fuerte y más aguerrida para el próximo casting. En una oportunidad me tocó caminar bajo la lluvia en tacones por media hora, perderme en el camino y luego cuando al fin llegué al casting, encontrarme con una larga fila donde al poco tiempo anunciaron que ya no hacía falta que siguieran esperando pues encontraron a la modelo que buscaban. ¡Así como lo están leyendo!
Está también la parte bonita. Como cuando realicé una fila de más o menos 800 modelos, y pasé por tres filtros para ser seleccionada como una de las modelos de un catálogo de vestidos de prom. El shoot se llevó a cabo en Ohio. Viajamos en avión y con una atención VIP, la paga también fue VIP jajajaja… Hasta por ser extra te pagan como gerente de empresa cuando eres modelo en Nueva York. También tienes acceso a eventos de lujo. Si eres modelo en New York, puedes ser amiga de Beyonce. Yo me la encontré en dos ocasiones, de hecho, no me lo van a creer pero estuve en su cena de cumpleaños. ¡Yo no lo podía creer! Y menos podía creer que nadie le pedía fotos. Allá todas las modelos se sienten una celebridad, y pues, esta panameña que les escribe, sí quería foto no se los voy a negar… al final no la pedí para no pecar de imprudente. De rumba me encontré cara a cara con Jessica Alba, Scarlett Johanson y Criss Brown. ¡Cara a cara es cara a cara!
(Fotos para catálogo de vestidos de prom)
Ahora bien, esto que les voy a contar los puede escandalizar; pero es la pura verdad, y lo cuento con carácter porque yo siempre supe y aún lo sé, que no entro en esa liga. A las discotecas nos entraban gratis y teníamos acceso a mesas con licor ilimitado; para ese entonces yo sólo tomaba jugo de naranja en las fiestas. Ya sé que les cuesta creerme o se están riendo con ironía en estos momentos. A mis 24 años tomo tequila en la disco, no tengo porque negarlo; pero a mis 18 años, todavía era una niña de Chitré que se graduó con honores en el colegio. Siempre fui a las fiestas que me invitaban. Con el tiempo me di cuenta que teníamos acceso a todo porque hombres pagaban para tener sus mesas llenas de modelos. Yo quedaba en shock a cada rato; mujeres besándose unas con otras, muchos vicios para que suene más romántico y todo tipo de propuestas. En una ocasión, me fui a los Hamptoms un fin de semana y fue ahí cuando choqué con el mundo real. Un señor, de la edad de mi abuelo, me invitó de shopping a la Quinta Avenida. Yo no sabía si empezar a hablar en chino, si hacerme la desmayada o qué hacer.
Pues si, chicas y chicos, todo eso que han leído es el mundo del modelaje en Nueva York, mucho glamour y vida de celebridad; sin embargo, tan oscura que te puede tragar si no llevas suficiente luz en tu interior. Debes mantener tus pantalones bien puestos para saber decir NO cuando sea necesario hacerlo. Y tienes que ser muy guerrera para no rendirte en la búsqueda de ese sueño de covertirte en una top model.
Yo más que “pantalones”, tenía mis principios bien puestos porque mi familia es conservadora y así me educó; pero quizás me faltó ser un poco más guerrera y aguantar un poquito más en la gran manzana. Lo que ocurre es que soy bastante espiritual o mística si así lo quieren llamar. Yo pensé así: si en ocho meses aún no soy una top model, pues entonces esto no es lo mío; ni encajo en esa onda, ni tampoco era la modelo de Victoria’s Secret.
Trabajé por ocho meses en fotos, pasarelas, shows para TV como las miles de modelos que viajan desde varias partes del mundo en busca de oportunidades; pero en mi corazón sentía que mi misión iba mucho más allá que ser una más de ese ramo de rosas. Viviendo allá aprendí a cocinar, bueno, cocinaba arroz con pollo jajaja soy muy panameña ya lo sé. Iba a misa los domingos. Me quedé por fuera bajo el frío cuando en una ocasión dejé mis llaves dentro del apartamento. Me perdí, pasé hambre, también engordé ya que en esos momentos en los que extrañaba, me daba por comer y comer. En fin, fue toda una aventura… una aventura que cuento con una satisfacción enorme hoy día porque formó parte de mi crecimiento.
(Para Revista Nylon)
Si sueñas con ser una top model, ya sabes que tienes que ser luchadora y aguantarlo todo. Tienes que tener los pies bien puestos en la tierra, tener carácter y humildad. Si lo sueñas es porque puedes hacerlo, decía Walt Disney. Así que atrévete… y si fallas en el intento o simplemente no te gusta, míralo como un trampolín que te impulsará en la búsqueda de tu verdadera misión en la vida.
Como destino turístico, Nueva York es fascinante: Times Square, la Estatua de la Libertad, los musicales, los helados en la Quinta Avenida, el Central Park… todo es de ensueño, así como en las películas. Nueva York te inspira a tragarte el mundo. Pero ¡cuidado!, porque esa ciudad que nunca duerme, te puede tragar a ti.
Besos,
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